Roberto Santamaria en Argentina Folklore / España - FM Iberoamerica 100.3 de Mar del Plata

En este portal hablamos mucho de las pulperias y boliches. Fueron tan importantes (y muchos de estos establecimientos lo siguen siendo) esos puntos de encuentros, generalmente en cruces de caminos rurales, que un buen amigo, Roberto Santamaría, los está perpetuando y recordando en su programa “La pulpería de Roberto” Si vive en Mar del Plata o en el mundo, aquí tiene para escucharla FM 100.3 RADIO IBEROAMERICA todos los lunes a las 18 hs. (hora de Argentina). Su creador nos viene regalando relatos muy amenos sobre los acontecimientos que en su niñez y adolescencia ha vivido o escuchado contar en “El Pimentón” , la pulpería que fundara su padre aragonés don Mariano Santamaría.
Así lo cuenta Roberto Santamaría:
“Cuando fallecieron los abuelos, mi madre Silveria Justina Caldararo, argentina, y mi padre Mariano Santamaría, aragonés del pueblo de Agüero en la Provincia de Huesca, abrieron la Pulpería El Pimentón en el año 1932 en tierras heredadas por mi madre a muy poca distancia de la pulpería de los abuelos. En realidad el nombre dado por mis padres era “El Progreso” pero por una ocurrencia de un amigo de la casa, se la rebautizó “El Pimentón” y así se la conoció durante toda su existencia”.
“Aquí les mando a los amigos de Argentina al Mundo un poema que hizo Pancho Llera sobre "El Pimentón" ya que el final de la pulpería ha sido el que dice el poema. Mi padre le vendió a un tal Domínguez la propiedad y la mercadería. Éste para poder pagarle pidió un préstamo y con el correr del tiempo no pudo hacer frente a los pagos y terminó entregándole al acreedor la propiedad.
Este señor solía venir de cuando en cuando pero con lapsos de un mes entre una vez y la otra. ¿Qué pasó? Que unos ladrones aprovecharon ese tiempo… concurrían por la mañana con un camión y procedían al desarmado de la pulpería, que como lo puedes apreciar en la foto que les mando, donde se ve a mi padre, Mariano Santamaría con un parroquiano conocido como "Pinella", era totalmente de chapas.
Ninguno de los vecinos sospechaba que estaban robando ya que la tarea la realizaban durante el día y hasta preparaban un buen asadito para el almuerzo. Imagínense la sorpresa del dueño cuando regresó en sus visitas periódicas y solo encontró el piso de cemento! Se lo habían llevado todo y así terminó la historia de la pulpería “El Pimentón”. Y así lo cuenta mi amigo Pancho Llera…"
Pulpería “El Pimentón”
Lejos allá en la frontera
del recuerdo y del olvido
sobre esos campos tendidos
se alzo un boliche a la vera
de una calle cualquiera
y fue lugar de reunión
para el pobre distracción
para el resero una etapa,
era un boliche de chapa
que se llamó “El Pimentón”.
Tal vez nacido en el treinta
O quizás un poco antes,
un español inmigrante
su residencia allí asienta
y casi sin darse cuenta
compitió con “La Armonia”
mirando como crecían
cuatro hijos argentinos,
fue cumpliendo su destino
Mariano Santamaría.
Tranquilo como agua e’pozo
atendía su almacén,
carnicería también,
de algunos crotos reposo,
muy preguntón, muy curioso
y por ser conversador
le rendía el mostrador
sobre todo en las cuadreras,
que corriera quien corriera
el siempre era ganador.
El tiempo no pasa en vano
y año a año y día a día
la casa quedó vacía
vendió el boliche Mariano,
que pasó de mano en mano
ya más cerrado que abierto
hoy me ha contado Roberto,
hijo del noble gallego,
aunque a creerlo me niego
seguramente que es cierto.
Como el dueño actual vivía
en Mar del Plata, ciudad,
en aquella soledad
los ladrones un buen día
cometieron la herejía
de derribar esos muros,
desarmaron sin apuro
y cargaron en camión
¡¡ la pucha con el ladrón!
se mando un lindo laburo.
Yo que conocí esa gente
que me honró con su amistad
ante tal temeridad
siento una pena impotente.
Es el dolor que se siente
cuando se ultraja una gloria,
de ese boliche la historia
guarda toda la región,
“El Progreso” o “Pimentón”
de tan noble trayectoria.
Francisco “Pancho” Llera
Linda historia "pulpero" la que nos viene contando. Sé que nos quedan buenos capítulos para ir desgranando esas tardes de cuadreras, los partidos de bochas, algún cruce de facón y ese aragonés del Pirineo español al que el destino le tenía preparado regentar un establecimiento de campo que es argentino, pero fue una adaptación de las ventas hispánicas de las que Cervantes nos da muchos detalles en El Quijote. Por otro lado, pulpero es un apelativo que seguramente salió de los puertos gallegos. En el noroeste español el pulpero prepara el pulpo a feira, que todos conocemos como pulpo a la gallega. Si la instalación es permanente, su negocio es una pulpería. Lo habitual es que vayan determinados días de la semana a bares o aún restaurantes, se instalen en acera y allí, el o la pulpera, con sus calderos de metal enormes, vaya cocinando desde muy temprano el pulpo, para servirlo aobado con pimentón y acompañado de patatas también hervidas en ese agua, con lo que tienen un sabor especial.
Eduardo Aldiser
Argentina al Mundo recordando la tradición criolla de nuestra tierra, en el país del gaucho, estancias y chacras
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Eduardo Aldiser
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