Casa Trotta de Pergamino en Argentina Provincias / España - Historia de una familia

Nuestro colega y psicólogo Carlos Trotta, de Pergamino, Provincia de Buenos Aires, Argentina, con muchos años en España, ha difundido en emisoras de radio de Madrid y lo sigue haciendo en La Hora del Taxi y otros medios online, nuestra cultura. Sabíamos que había una historia muy interesante en esa familia Trotta pergaminense. En ella vemos reflejada la lucha de los inmigrantes, en este caso italianos, que tanto hicieron por un país que casi no sabían dónde estaba en el mapa. A veces se puede pensar que ese esfuerzo, en parte ha quedado frustrado por clases dirigentes que, nunca o muy pocas veces, estuvieron a la altura del pueblo argentino, formado por los que estaban y los que vinieron.
Casa Trotta – Agencia de Loterías
En el año 1900 llegó al puerto de Buenos Aires, Argentina, uno de los tantos contingentes de emigrantes italianos que arribaban al país. Entre ellos llegaba una familia de calabreses, precisamente de la localidad de Fuscaldo, de la provincia de Cosenza. Era un matrimonio con dos hijos que venían a “hacer la América”. Los hijos eran Santiago y José, su apellido Trotta, su madre se llamaba Teresa, el padre, Salvador, quien después de una breve estancia en Argentina, se vuelve a Italia.
Los hijos buscan trabajo entre la ingente cantidad de personas que hacían lo mismo en la Buenos Aires de ese entonces, y se colocan como zapateros remendones, entre otras actividades que ofrecía la gran ciudad. Después de un cierto tiempo se trasladan a la ciudad de Rojas, donde consiguen trabajo en la recolección de maíz. De allí a Pergamino. Eran los primeros años del siglo pasado.
Se establecen en una pensión de la calle Merced, cuyos dueños y responsables era un matrimonio napolitano de apellido Mazzuca. Una de sus hijas, Laura, era la futura esposa de Santiago, quienes contrajeron matrimonio en 1909. El primogénito de los catorce hijos que tuvieron (vivieron ocho) se llamaba Enrique, mi padre. El abuelo Santiago encara diversos oficios, entre otros vuelve a ejercer de zapatero remendón, mi abuela el de confección de sombreros para damas.
Transcurre el tiempo y ya en los años veinte compra al Sr. Salvador Caggiano la explotación de un salón de lustrar zapatos que tiene anexada la venta de billetes de lotería, sin concesión oficial, ubicado en la calle San Nicolás 569, frente al Hotel de Roma, en un local del antiguo mercado municipal, propiedad de la Municipalidad de Pergamino, en pleno centro de la ciudad. El 15 de abril de 1944 obtiene la tan ansiada concesión oficial de la lotería nacional, a la que luego se irían incorporando otras concesiones oficiales de lotería.
Recuerdo como anunciaba con bombas de estruendo el hecho de haber vendido un premio importante y también cuando iba a hacerme lustrar los zapatos con Adolfo o con Julio, los dos profesionales que trabajaban en el salón y además siempre me llamaba la atención el ventilador de techo que estaba en el local y que hacía más soportable la canícula.
Otro de los recuerdos que me trae la memoria es ver a Don Santiago, con su escasa estatura, caminando rumbo a su casa, sita a la vuelta del negocio, en la calle Mitre 659 (donde nacimos la mayoría de los primos) a la hora de almorzar, de cenar o de tomar el té con limón que le tenía preparado mi abuela a las cinco de la tarde. En invierno siempre con su sobretodo sobre los hombros y su inseparable gorra que cubría su cabeza totalmente calva. Abuelito, como le llamábamos los veintidós nietos que fuimos, fallece el 12 de febrero de 1967, a los 84 años de edad.
Mis abuelitos, como muchos de su época, fueron aquellos que con su tesón, trabajo, sentido de responsabilidad y no sin sacrificio, pusieron su cuota que sirvió para sentar las bases de la sociedad pergaminense, contribuyendo así al desarrollo pujante que hoy exhibe Pergamino.
Dos de sus hijos, mis tíos Delia y Oscar Santiago Trotta, el menor, se habían hecho cargo del negocio y, entre otras cosas, debieron afrontar el traslado de ubicación por la demolición del viejo mercado en el año 1968, por lo que se mudaron, primero, justamente enfrente, en un local cedido por los Piraccini, al lado del Hotel de Roma, y luego de allí al local que hoy ocupa en calle San Nicolás, entre Dorrego y San Martín.
Siguen pasando los años y el negocio va experimentando los cambios que requieren las exigencias de los tiempos: más loterías, otras modalidades de juegos, artículos anexos… que hacen que las actividades se acrecienten y que el negocio se afiance para satisfacción de los clientes, cuyo número ha ido creciendo con el transcurrir de los años.
Fallece tía Delia y se incorpora en la responsabilidad del negocio Ana Elizabeth, una de las hijas melliza de Oscar. Sigue la tradición familiar al frente de su explotación. Año 2013, Oscar, mi tío, el Negro Trotta, como es conocido en Pergamino, destacado basquebolista, decide retirarse y vende su participación a Patricia Rodríguez, hija de Santiago Rodríguez, Chiche, hijo de Celina Trotta de Rodríguez, nieto de Santiago y por lo tanto mi primo.
Y, como consecuencia de este acontecer, tanto Elizabeth como Patricia, le están proveyendo savia nueva; están aunando esfuerzos para darle continuidad, pero proporcionándole el signo de distinción que tanto la tecnología como la modernidad exigen. Pero, eso sí, Oscar y Delia conservaron el antiguo ventilador de techo, como así también las herederas propietarias, y ahí sigue en perfecto funcionamiento, como un icono que desde el techo ve pasar incólume el paso del tiempo, como así también observando el “perfecto funcionamiento” del negocio. El 15 de Abril del 2014 cumplirá los primeros 70 años de la concesión de la agencia de la lotería nacional.
El negocio, después de casi noventa años, sigue con la misma pujanza que Don Santiago Trotta le impulsó desde sus comienzos y que continúe en manos de algunas de sus descendientes, lo destaco con orgullo como demostración del amor, de la estima y el respeto que sentimos hacia quien nos transmitió que la virtud, la dignidad y la honestidad son esenciales en las relaciones humanas.
Abuelito, el negocio sigue en buenas manos…
Carlos Santiago Trotta, “Lucho”, Galapagar, Comunidad de Madrid, España
31 de enero de 2014
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