Oscar Valles, ese `Cacho´grande del Folklore en Argentina

En el barrio de Belgrano, de Buenos Aires, con sus caserones antiguos poblados de plantas y jardines y con sus calles empedradas, un 23 de marzo de 1924, en la humilde casa ubicada en la calle Blandengues 2185, nació Oscar Arturo Mazzanti, hijo de don Espartaco Mazzanti y de doña María Elena Santini, ambos argentinos. Oscar creció en un ambiente familiar y, como todo niño, estudio sus primeras letras en la escuela de su barrio. A los nueve años aprendió a tocar guitarra, su madre María Elena fue su primera profesora, ella le enseño las primeras notas musicales. En 1935 le regalo su primera guitarra, que mando hacer especialmente para él, con un luthier llamado Vicente Orange que vivía en la calle Constituyentes. Más tarde “Cacho” continúo sus estudios musicales en el Conservatorio Brújula y luego con el profesor Oviedo Hunt. A pesar de haber adquirido la técnica y muchos conocimientos de música, prefirió seguir ejecutando la guitarra intuitivamente. Él decía, que de esa forma se sentía libre y no controlado por una partitura, la cual lo limitaba y no le permitía hacer con la música lo que él sentía.
Sus primeras actuaciones
Era un niño y sus primeras actuaciones como guitarrista las realizó en el Stud de Maschio en Palermo. Cuenta Oscar Valles que en esa época Ireneo Leguisamo, el gran jockey amigo de Carlos Gardel, lo pasaba a buscar por su casa y lo llevaba al stud para que tocara la guitarra y demostrara sus cualidades musicales. Cabe aclarar que fue Leguisamo quien lo entusiasmó y lo metió en la vida del turf; hasta se puede decir que alguna vez fue vareador y ensillador de caballos del stud de Casella. Apenas cumplidos sus doce años, en 1936, debuta en Radio Stentor en el programa llamado La Bohardilla Stentor, donde actuaban Luís Sandrini, Hilda Sour y Aída Luz.
Allí “Cacho” ejecutó en sólo de guitarra cinco temas: Ño Juan Carlos, un triste de la autoría de Justo Morales; Variaciones de gato, de Ulises Casinelli; Serenata de Mascaras, La Ñatita y La Perezosa, tres mazurcas de Juan Alais. Años más tarde formó su primer dúo con Enrique Pelletier y luego con Edmundo Correa, con los que actuaba en lugares tradicionalistas. En sus comienzos, Oscar Valles, “Cacho”, integró en forma temporal y esporádica varios conjuntos, aportando su estilo y sonoridad, sin destacarse personalmente. Actuó en radios, en festivales y grabó con ellos en distintos sellos, siendo uno más del grupo.
Entre esos conjuntos estaban los de Luis Alberto Peralta Luna, Alejandro Villamayor, Prudencio Jiménez, Félix Pérez Cardozo, Edmundo Saldivar (hijo), Eusebio Zárate, Llanta Sumac, Juan de los Santos Amores y Los Hermanos Aramayo. También formo dúo con Fernando Portal, y luego un trío con Moreyra y Mariscal. En el año 1946 fue convocado por el poeta huaqueño Buenaventura Luna para actuar con Los Pastores de Abra Pampa, sin formar parte estable del conjunto. En 1948 nuevamente es convocado por el sanjuanio para integrar Los Manseros del Tulum.
Oscar Valles: Sus primeras composiciones
En 1946 compone su primer tema musical titulado Mi Cielito (zamba). Luego compone La Compañera, una zamba inolvidable, Bombo Legüero y Porque Será que Parece, canción de Buenaventura Luna, con música de Valles y Portal; también Zamba de la Toldería. Entre los años 1948 y 1953 sus actuaciones fueron en radios, en trío con Pablo Eduardo Correa y el pianista Luis Alberto Peralta Luna. Con este trío graba por primera vez su zamba La Compañera que luego fue grabada por Alberto Castelar en piano, y en 1956 por Julio Molina Cabral con letra.
Su familia
El 29 de septiembre de 1955 en la iglesia Santísima Trinidad, Oscar Arturo Mazzanti “Cacho Valles” contrajo matrimonio con una joven de Capital Federal llamada Piedad Díaz Ribeiro “Beba”. De esa unión nacieron tres hijos, Gloria Teresa, Darío Alejandro y Leandra, conformando así una familia maravillosa que lo acompaño en su carrera y durante toda su vida.
Los Cantores De Quilla Huasi
En noviembre de 1956 Oscar Valle es convocado por Carlos Alberto Lastra y Fernando Portal para integrar Los Cantores de Quilla Huasi, en reemplazo temporal de Portal, quien tenía que realizarse una intervención quirúrgica en su cadera, inquietado por la inminencia por ella y de la cual no se recuperó, por lo que decide desvincularse del conjunto, y en 1958 se traslada a Tucumán donde desarrollaba su actividad como compositor y músico.
De esa forma Oscar “Cacho” Valles queda efectivo como integrante de Los Cantores de Quilla Huasi, nombre en quichua puesto por Buenaventura Luna que, traducido al castellano, significa “Los cantores de la Casa de la Luna”. Con este conjunto recorrió América, Europa y Oriente. Desarrolló su carrera como compositor, escribió cientos de canciones. Era polifacético y abordó todos los estilos musicales, compuso temas con letras y músicas a todas las regiones de Argentina. De “Cacho” Valles fue la Tonada en Cuyo, el Carnavalito en el Altiplano, la Zamba en Salta, la Chacarera allá en Santiago del Estero, el Sapucay de Corrientes, fue Chamarrita en Entre Ríos, y en La Pampa fue Milonga. En Córdoba un vals serenatero, y Buenos Aires lo vio abrazado a su tango.
El 3 de agosto de 1999 fue homenajeado por su labor artística en el Congreso de la Nación. En el año 2000 le hicieron otro homenaje donde recibió dos CD grabados con parte de su extensa obra, interpretada por distintos artistas argentinos. El 17 de marzo de 2003 muere en Buenos Aires. Oscar Valles, “Cacho”, decidió emprender su última gira artística, partió ese día, dejándonos un sinfín de recuerdos y una obra maravillosa que seguramente quedara por siempre en el corazón de todos. Quien alguna vez escuche, una cueca, una tonada, un chámame, un vals o un tango dirá, sin duda alguna: “Esa canción es de Valles”, porque “Cacho” supo poner en cada una de ellas el estilo y el sello de buen compositor. Hoy descansan sus restos en Villa Mercedes, San Luís, porque así lo quiso, junto a sus amigos entrañables José Zabala y Alfredo Alfonso. Y en la Calle Angosta lo despidió todo Cuyo cantando sus canciones. Sus familiares lo despidieron con este poema de Oscar Valles y Ernesto Villavicencio.
Cuando todo termine
Cuando todo termine, conoceré el misterio
de unas cuantas preguntas que me están persiguiendo
el porqué de esta vida, y el lugar donde iremos,
si es verdad el paraíso, y si existe el infierno,
cuando todo termine, enfrentaré el silencio
y he de poder decirle que no le tengo miedo.
Porqué siempre he vivido amando mis secretos
ignorando a la gente que aún me sigue mintiendo,
cuando todo termine, regresaré en el tiempo,
en algunas canciones, y un puñado de versos,
navegando en la nada, despertando al silencio
deshojando tonadas con algún guitarrero.
Cuando todo termine, viajaré a los recuerdos
con mi Dios en las manos, he de morir sonriendo,
junto a aquéllos amigos, que también ya se fueron
y estarán esperando que me encuentre con ellos,
y a mis seres queridos, dejaré lo que tengo
y en la sangre de ellos, he de seguir viviendo.
Sus amigos, colegas y los compañeros de Los Cantores de Quilla Huasi lo recuerdan con mucho cariño, aquí mismo volcaremos sus palabras
Andrés “Lolo” Hidalgo - Calle 457 Nº 1639 Juan María Gutiérrez (1890) Buenos Aires Argentina andreshidalgo1948@yahoo.com.ar
A las palabras de Andrés Hidalgo añado que, a finales de los años `60, visitó Oscar Valles nuestro programa La Ronda de los Tangos en LT3 Radio Cerealista de Rosario. Ese día sólo hablamos del tango que traía en su ADN de muchacho del barrio de Belgrano, caserón de tejas…
Eduardo Aldiser
Los Cantores de Quilla Huasi cantan La Compañera
La Compañera
Zamba
Letra y Música: Oscar Valles
Recitado:
Tantas cosas nos recuerdan el pasado
que es imposible olvidar lo que se quiere
y en cada latir el corazón te nombra
y poco a poco sin tu amor se muere.
Será tan solo mi esperanza y halito de luz
que me de vida
y esperare del cielo alguna gracia que deje en mi
la paz de aquel que se olvida
adorada compañera mía
divina magia del eterno amor
Renace, en esta zamba, el recuerdo del ayer
y esta soledad que no puedo comprender.
Toda la alegría
de saberte mía,
nunca más has de tener.
La gloria de tu amor para siempre ya se fue
por ese camino, donde no ha de volver.
No tengo consuelo,
cuando me desvelo,
sin acariciar tu piel.
En la soledad de mi pobre alma,
cantaré para recordarte y andaré,
sin tener un consuelo para mi dolor.
Volverás un día, compañera mía,
sangre de mi corazón.
Te veo en el paisaje, donde con Dios estás
y al altar del cielo le pido sin cesar:
lleve a mi destino,
por ese camino,
donde te pueda encontrar.
La magia de tu encanto alumbra mi pesar,
si florece el llanto en las sombras de mi andar,
cuando tu presencia
llega, tras la ausencia,
en mis noches al sonar.
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